Hace varios
días que me ronda la idea de escribir algo en el blog. La ocasión lo merece,
pues fue hace justo un año cuando, en estos primeros días de curso, comenzamos
a poner en marcha este proyecto que preparamos con tanta ilusión.
Sin embargo,
no es la ilusión lo que hoy me hace cosquillas en el estómago; lo que noto es
miedo, un miedo que siento compartido por todos ante la idea de tener que
volver al colegio en medio de esta pandemia que se ha adueñado de nuestro
mundo. Siento nostalgia de los primeros días de septiembre de 2019. Las
lágrimas no me dejan ver bien lo que escribo, como tampoco mi mente me deja
pensar con claridad al estar saturada del aturdimiento que le genera la tediosa
preocupación por todo lo que está ocurriendo.
En ese momento caí en la cuenta de que, con anterioridad, había visto otros colores y no había prestado a ellos la suficiente atención… Los tableros de la entrada del colegio estaban llenos de mensajes de optimismo y positividad para generar en todos los que los vieran esas actitudes necesarias para hacer frente con valentía a todo lo que se nos viene por delante. Encima del “Tablero de los ODS” se mantenían, como si no quisieran abandonarlo, las dos imágenes más importantes que figuraban en él el curso pasado: todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la foto de nuestros alumnos/as sosteniéndolos, como si no quisieran escapar de sus manos para que, en un futuro, pudieran hacerse realidad.
También pasé por alto que el compromiso con los ODS acompañaban al Calendario Escolar, haciendo un intento por colarse entre nuestro día a día con los niños y recordándonos que tenemos que hacer todo lo posible, de todas las formas posibles, en todos los lugares que sea posible y mientras aún sea posible conseguir vivir en un mundo mejor. Menos mal que tenemos la suerte de tener siempre cerca personas que nos ayudan a volver a mirar para darnos cuenta de que “siempre hay flores para quien desea verlas”. Es cuestión de saber mirar, y de mirar con el corazón, porque en tiempos difíciles como los que se avecinan, todo lo que miremos con el corazón será auténtico. Miraré a ver si en ese horizonte que se plantea oscurecido aparece el arco iris de “todo saldrá bien”, ese que se ha convertido en un himno a la esperanza de retomar esa normalidad que ahora echo tanto de menos… Ni idea de si saldrá bien, pero habrá que intentarlo. Ánimo y suerte a todos.
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